Plantas Gimnospermas

Con este grupo se inicia el nivel de organización superior de las plantas vasculares, es decir el de los espermatófitos, o plantas con semilla, llamadas también fanerógamas. Dentro de él, las gimnospermas se caracterizan porque la semilla está desnuda, es decir, no se encuentra dentro de una estructura protectora -el ovario- como sucede en las angiospermas. No obstante, dispone de algunos elementos adicionales que desempeñan una función protectora eficaz, como es el tegumento grueso.

Se trata de plantas leñosas, perennes y con crecimiento secundario en grosor. La mayoría de las especies son monoicas, es decir, unisexuales. También presentan una alternancia de generaciones, pero con el gametofito muy reducido pues está representado sólo por el por el grano de polen y los óvulos. El esporótito, por el contrario, es de gran tamaño y representa a la planta visible.

El cuerpo vegetativo del esporófito consta de tallo, raiz y hojas, todos ellos perfectamente desarrollados. El tallo presenta cámbium, que permite el crecimiento en grosor, floema, que contiene los tubos cribosos, es decir los elementos conductores, y xilema o leño, con traqueidas que conducen el agua y conductos resiníteros. Por el exterior está recubierto de una corteza dura. La raíz se origina en el embrión (raíz primaria), creciendo y ramificándose y es frecuente la existencia de micorrizas, es decir de asociaciones simbióticas con diversos hongos. Las hojas de la mayoría de las gimnospermas actuales son aciculares o escamosas, aun que en algunas presentan una forma aplanada (como en el ginkgo), y casi siempre son perennes.

En la mayoría de las especies las tlores son unisexuales ya que únicamente presentan elementos de uno de los dos sexos. La flor masculina consta de un eje rígido con escamas dispuestas helicoidalmente a su alrededor que producen el polen. La flor femenina consta de una o dos brácteas (leñosas o carnosas), que suelen reunirse dando lugar a una inflorescencia que al madurar forma lo que se llama el estróbilo o piña. La polinización se hace casi Siempre con ayuda del viento.

Las gimnospermas alcanzaron un gran desarrollo hace unos 130 millones de años, en la transición del jurásico al cretácico, convirtiéndose en aquellos tiempos en la flora dominante en el planeta. Más tarde, muchos grupos se extinguieron hasta las poco más de 800 especies actuales. Sin embargo, a pesar de que su cantidad es mucho menor que la de las angiospermas, desempeñan un papel muy importante y ocupan un territorio mucho mayor del que les correspondería numéricamente. La razón se debe, por un lado, a que casi siempre forman bosques, lo que les permite conquistar grandes superficies y, por otro, a que se trata de árboles madereros que el hombre ha cultivado de modo extensivo. Su área de distribución natural son las regiones templadas del hemisferio norte, con unas pocas especies en el hemisferio sur.

Las primeras gimnospermas conocidas aparecieron hace unos 475 millones de años, a mediados del devónico. Se trataba de los pterispermatófitos, plantas parecidas a los helechos que se extinguieron hace unos 200 millones de años, cuando comenzaba el jurásico. Más tarde, durante el carbonífero, aparecieron nuevos grupos, que presentaban ya las características propias de las fanerógamas y que han llegado hasta nuestros días con desigual representación.

Estudiaremos las gimnospermas divididas en cuatro grandes grupos, cada una en un artículo especial (ver los enlaces):

PÍO FONT QUER
Botánico español (1888-1964). Tras estudiar farmacia y química, inició su actividad docente como profesor de botánica y creó el Instituto Botánico de Barcelona. Realizó numerosos viajes por la península Ibérica recogiendo material y también por las islas Canarias y el norte de África, lo que le permitió crear un amplio herbario de cerca de 40.000 ejemplares. Autor de un diccionario de botánica y de numerosos trabajos sobre la flora ibérica.

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