El Alcoholismo

Pese a que normalmente se les llama alcohólicas a todas las personas que presentan problemas con el alcohol, es importante tener claro que el alcoholismo es tan solo uno de los niveles que hay dentro de esta problemática.

La palabra «alcohólico» con frecuencia es utilizada para referirse a la mayoría de los consumidores de alcohol, pero en realidad sólo podemos llamar de esta forma a quienes lo ingieren de manera excesiva, llegando a convertirse en consumidores dependientes. Esto ha generado que muchos de los tratamientos, los programas de prevención o la forma en la que se aborda la problemática del consumo, no sean efectivos, debido a que se aplican estrategias y metas para tratar a un tipo de consumidor clasificado como alcohólico y no para personas que presentan niveles de consumo diferentes.

El consumidor leve o moderado de alcohol es aquél que consume alcohol una o dos veces al mes, no consume más de 465 tragos por ocasión, no se emborracha y no bebe en situaciones de riesgo. El mayor número de personas se encuentran en esta categoria.

El consumidor excesivo o abusador de alcohol es aquél que suele beber una o dos veces a la semana, consume más de 5 tragos por ocasión, se embriaga con frecuencia, tiene problemas físicos o sociales como resultado de su forma de beber (peleas, golpes, bajo rendimiento laboral o académico, problemas de pareja o familiares, problemas económicos, entre otros), presenta momentos de consumo «explosivo» en los que ingiere grandes cantidades de alcohol en poco tiempo y consume en situaciones de riesgo. Este tipo de consumidor presenta tolerancia hacia el alcohol, que significa necesitar cada vez mayores cantidades para conseguir el mismo efecto. Ese fenómeno hace que muchos de estos consumidores se sientan orgullosos de sí mismos, pues consideran que «aguantan mucho».

El alcohólico o consumidor dependiente es la persona que presenta síndrome de abstinencia al interrumpir el consumo de alcohol, desencadenando un conjunto de síntomas físicos y psicológicos, tales como fiebre, temblor, dolor de cabeza, de presión, ansiedad y una sensación de necesidad extrema por consumir alcohol, comprometiendo así su estado de salud. Esto indica que el alcohólico consume para dejar de sentirse mal y no para sentirse bien.

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