Hegemonía de Macedonia

Tras la guerra del Peloponeso, Esparta fue incapaz de imponer su hegemonía, y el sistema de las poleis entró en decadencia, con lo que Persia acabó siendo el árbitro de buena parte de la política griega. Tras una efímera hegemonía de Tebas en torno al año 370 a.C., empezó a consolidarse el período de Macedonia, una región del norte de Grecia hasta entonces marginal y considerada semibárbara.

El rey macedonio Filipo consiguió extender se hegemonía por toda la Grecia septentrional, lo alarmó al resto de las poleis. Filipo alentó una rebelión de la isla de Euba contra Atenas (348 a.C.), lo que desembocó en guerra abierta. El ejército macedonio, que había revolucionado la táctica introduciendo una nueva unidad de combate, la falange, venció a la coalición beocioateniense en Queronea (338 a.C.). El instrumento de la hegemonía macedonia fue la liga de Corinto, que reunía a los estados griegos y que Filipo se proponía utilizar para enfrentarse a Persia, el enemigo común y al que seguían sometidos los territorios de Asia Menor.

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