Nutrición Vegetal

Una de las características que distingue a las plantas de los animales es el método que utilizan para alimentarse. A diferencia de éstos, las plantas subsisten incorporando cantidades suficientes de agua más unos cuantos compuestos minerales y recibiendo la iluminación adecuada. A este tipo tan especial de nutrición se le denomina nutrición autótrofa y es posible gracias al proceso de la fotosíntesis que es capaz de transformar la energía lumínica en la energía necesaria, entre otras cosas, para la síntesis de la compleja materia viva a partir de unos elementos tan sencillos.

EL HIDROCULTTVO DE LIEBIG
Justus von Liebig desarrolló en 1840 una fórmula para poder cultivar plantas sin tierra, proporcionándoles en un medio acuoso todos los nutrientes necesarios:
Agua destilada Nitrato cálcico Monofosfato de potasio Sulfato de magnesio Nitrato potásico Sulfato de hierro	1000 g 1g 0,25 g 0,25 g 0,25 g Cantidades vestigiales

Modalidades

También en el reino vegetal se encuentran las dos modalidades básicas de alimentación, la autótrofa y la heterótrofa, si bien la primera es la más general y la que caracteriza a este reino.

La autotrofia se realiza gracias a reacciones químicas que transforman los compuestos inorgánicos en orgánicos, aprovechando una fuente de energía. Cuando dicha fuente procede del sol, la reacción recibe el nombre de fotosíntesis, característica de los vegetales. Tiene lugar en el interior de los cloroplastos que se encuentran en las partes verdes de la planta, sobre todo en las hojas, aunque hay algunas especies en las que esta función la llevan a cabo los tallos (que entonces son verdes), como sucede en muchas plantas de los desiertos, donde las hojas tienen el inconveniente de la transpiración, es decir, de la pérdida agua.

Las bacterias y algunas algas microscópicas, por el contrario, no utilizan la luz solar como fuente de energía sino que emplean la que se produce debido a la oxidación de compuestos inorgánicos. En consecuencia, estos organismos carecen de clorofila. La reacción que permite el paso de los compuestos inorgánicos a los orgánicos se denomina quimiosíntesis.

Transporte de Sales y Minerales

Por medio de la ósmosis, producida gracias a la diferencia de concentración entre el medio interior y exterior de las raíces, los pelos de éstas pueden absorber el agua del suelo y llevarla, a través de los vasos conductores, a las distintas partes de la planta. Sin embargo, para poder absorber también los minerales disueltos, se requiere de otro mecanismo, el llamado transporte activo, que consume energía y gracias al cual las sustancias minerales del suelo pueden atravesar la membrana de las células de los pelos radicales.

Una vez que el agua y las sales minerales se encuentran dentro de las células de la raíz, formando la llamada savia bruta, viene la segunda parte del proceso, es decir, el transporte de ambos. Tiene lugar por medio de los vasos leñosos, por cuyo interior la savia asciende hasta las hojas venciendo la fuerza de la gravedad. En algunos casos este recorrido puede ser de decenas de metros, pero la planta lo consigue gracias a una especie de fuerza de succión, generada por la transpiración, es decir, la pérdida de agua al evaporarse a través de los estomas de las hojas. Esta pérdida provoca un vacío que se suple con la savia procedente de las raíces.

Los Nutrientes del Medio

Los principales compuestos inorgánicos -presentes en forma de sales- que consume un organismo vegetal son los sulfatos, los fosfatos, los nitratos y las sales amónicas, que constituyen las fuentes de azufre, fósforo y nitrógeno, respectivamente.

En la absorción de los nutrientes, la naturaleza física del suelo desempeña un papel muy importante. Un suelo poroso y suelto permite que las raíces progresen con mayor facilidad en su interior y, además, es capaz de almacenar mucha mayor cantidad de nutrientes que un suelo duro y compacto. Por otro lado, además del aporte realizado en las capas superiores del suelo por los organismos biológicos (los descomponedores), las sales minerales provienen de la descomposición de los materiales rocosos que en él se encuentren, determinando estos dos factores la fertilidad del mismo.

Las plantas contienen, en forma de las sales antes mencionadas, diez elementos que son esenciales para la vida. Se trata de cuatro metales (potasio, calcio, magnesio y hierro) y seis no metales (carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, azufre y potasio). Pero éstos no son los únicos elementos importantes: las plantas también contienen sodio, cloro y silicio y, en menor cantidad, aluminio, boro, manganeso, molibdeno, cobre y cinc. Sin embargo, estos elementos no esenciales pueden o no aparecer en determinadas especies y su ausencia puede compensarse muchas veces por otros medios. La falta de un elemento esencial provoca enfermedades y deficiencias que pueden conducir a la muerte de la planta. Así, por ejemplo, si el medio o el suelo donde crece carece por completo de hierro la planta, incapaz de producir clorofila y de llevar a cabo la función fotosintética, va perdiendo color de modo paulatino y acaba muriendo. Esta enfermedad recibe el nombre de clorosis y se soluciona agregando un compuesto de hierro al terreno.

Algunos de estos elementos se encuentran presentes en cantidades mínimas; se trata de los llamados elementos vestigiales los cuales, a pesar de su escasa cantidad, desempeñan un papel importante en el metabolismo actuando como catalizadores de numerosas reacciones. Los principales son el boro, el manganeso, el cobre y el molibdeno y su ausencia también provoca enfermedades.

En condiciones naturales, todos estos elementos experimentan un ciclo que partiendo del terreno los lleva hasta los tejidos de las plantas. Cuando éstas mueren y se descomponen, regresan al suelo y así que dan disponibles para un nuevo ciclo. En los terrenos donde la intervención humana interrumpe este ciclo, por ejemplo recolectando las plantas), llega un momento en el que el suelo se ve desprovistos de estos minerales, es decir, pierde su fertilidad, es incapaz de proporcionar a las plantas los nutrientes que necesitan y paulatinamente va quedando desprovisto de su manto vegetal.