El Arte en la Grecia Clásica

Los siglos V y IV a.C. constituyeron el momento de máximo esplendor de la cultura griega, marcada por la hegemonía de Atenas y la ejecución de las obras más sobresalientes del arte griego, sobre todo en la época de Pericles. Durante este período se emprendieron grandes obras en las polis, especialmente en Atenas, dotando a la ciudad de espacios como el ágora, la stoa, los teatros, las palestras y el bouleiterion.

El Estilo Severo (500-450 a.C.)

Tras los destrozos causados por los persas, se produjo un renacimiento de la actividad arquitectónica, con la introducción del orden corintio y de nuevos tipos constructivos de grandes dimensiones.

Fue en esta época cuando se erigieron edificios de la envergadura del templo de Hera en Paestum (460 a.C.), o del templo de Zeus en Olimpia (470-456 a.C.), que exhibe la forma clásica del templo dórico, es decir, con todas las partes del edificio regidas por un módulo base (la distancia entre dos ejes de columnas), y un espacio distribuido de forma simétrica, con pronaos y opistodomos, cerrado por columnas in antis.

Elegancia y severidad caracterizan el templo dórico de Hera en Paestum, conocido como «La Basílica«.

En el campo de las artes plásticas, la nueva visión estética propugnó importantes cambios, tendiendo a un mayor realismo en el tratamiento de la anatomía y del rostro, lo que se consiguió a través del empleo de un nuevo material, el bronce. Ejemplos destacados son las esculturas del Grupo de los Tiranicidas, el Efebo de Critias (h. 490 a.C.) o el Auriga de Delfos (474 a.C.) que rompieron definitivamente con la rigidez y la frontalidad de las épocas anteriores, a través del contraposto y la torsión del cuerpo de la cabeza a los pies. Otras obras notables de este período fueron el Poseidón del cabo Artemisio, el grupo en terracota de Zeus raptando a Ganimedes (h. 470 a.C.), la lucha entre centauros y lapitas del templo de Zeus en Olimpia y el Trono Ludovisi.

Durante la última mitad del siglo VI ya se había producido en la pintura de vasos cerámicos el paso definitivo al estilo de las figuras rojas sobre fondo negro, que en este momento adquirió una nueva plasticidad. En el siglo V se enmarcan las obras de los ceramistas Parrasio, Polignoto de Tasos y del pintor de las Nióbides, cuyas escenas presentan una mayor complejidad, con el abandono de la organización en cenefas, la liberación de la figura con respecto al plano y la utilización de recursos como el escorzo y los sombreados.

El Arte Clásico (450-405 a.C.)

En la época de Pericles el arte griego alcanzó su momento de máximo esplendor, centrado especialmente en la reconstrucción de la Acrópolis destruida por los persas en el 480 a.C. y en la construcción del Partenón, el templo griego por excelencia.

Poco antes de que se acabaran las obras del Partenón, en el 437 a.C., se inició la construcción de los Propileos, un doble pórtico de dimensiones colosales, dórico el exterior y jónico el interior, con seis columnas por cada lado, que daba acceso a los recintos sagrados de la Acrópolis.

El Partenón de la Acrópolis ateniense es el más perfecto de los templos griegos. En él se funden con maestría el estilo dórico con elementos ornamentales jónicos. a pesar de sus dimensiones, el Partenón consigue un efecto de armonía y ligereza, fruto del estudiado sistema de producciones y relaciones geométricas.

Contrastan con la poderosa arquitectura de los Propileos el pequeño templo de Atenea Niké, de orden jónico, y el Erecteion.

Paradigma del clasicismo griego por su perfección y monumentalidad, el Partenón es un templo dórico, octástilo y periptero. Sus arquitectos, Ictinos y Calícrates, emplearon correcciones ópticas para conseguir una visión perfecta de las líneas de su trazado, y sustituyeron la división de las naves por filas de columnas formando una galería. La serena armonía del Partenón encontró su mejor expresión en la decoración escultórica proyectada por Fidias, en la que se aprecian importantes novedades técnicas y plásticas. Temas como el nacimiento de Atenea en los frontones, la Gigantomaquia, la Centauromaquia y las luchas de los atenienses con las amazonas, en las metopas, y la Procesión de las Panateneas, un friso de 160 m de longitud que rodeaba la cella por el interior, revelan un tratamiento más expresivo, marcado por el modelado de las formas, el estudio anatómico de los cuerpos en tensión y el empleo del claroscuro y los escorzos para acentuar el dramatismo de las escenas. También se atribuye a Fidias la gran estatua crisoelefantina (en oro y marfil) de Atenea Partenos, que se alzaba en la cella de este gigantesco templo, y la de Zeus, que hizo para el santuario de Olimpia.

Otros escultores representativos de este período fueron Mirón, maestro en la representación del movimiento, que supo plasmar a la perfección en el Discóbolo, y evidentemente Policleto, que fijó las proporciones ideales para la representación de la figura humana, según la armonía de las partes. Sus obras más representativas en este sentido son el Doríforo y el
Diadimemos, con la ponderación clásica del movimiento. La influencia de Fidias se evidencia también en el preciosismo clásico de las cariátides que decoran el pórtico sur del Erecteion, totalmente opuestas a las rígidas cariátides arcaicas, y las nikés del templo de Atenea Niké (Niké atándose una sandalia, h. 410 a.C.), con un tratamiento dinámico de los pliegues que evidencia un trabajo refinado.

El Arte Clásico Tardío (400-330 a.C.)

El siglo IV estuvo marcado por la decadencia de las polis griegas, que desde mediados de siglo se vieron desbordadas por el creciente poder del pueblo macedonio, liderado por Filipo II. En este período los artistas griegos empezaron a alejarse del equilibrio y la armonía del clasicismo estricto, interesados en mayor medida por la representación de los sentimientos. Los recursos escultóricos se volvieron más elaborados: Contrastados claroscuros, ropajes mojados o vestidos movidos por el viento. El material preferido dejó de ser el bronce, sustituido por el mármol coloreado.

Tres nombres conforman el panorama escultórico del clasicismo tardío:

  • Escopas, autor de los frontones del templo de Atenea en Tegea (350 a.C.) y el mausoleo de Halicarnaso (352 a.C.), una de las siete maravillas de la antigüedad, dominados por la intensa expresividad de los gestos y el dramatismo de los rostros y las miradas (Cabeza de Meleagro).
  • Praxíteles, autor de esculturas refinadas, de una belleza ideal y sensual, en las que domina la suave «curva praxiteliana», como la Afrodita de Cnido, Hermes con Dioniso niño y el Apolo sauróctono.
  • Lisipo, que marcó toda la estatuaria del año 360 a.C. hasta fines de siglo, transformando la curva praxiteliana en movimiento y otorgando a sus figuras una mayor elegancia y esbeltez. A el se deben el retrato de Sócrates, el retrato idealizado de Alejandro y el Apoxiómeno (320 a.C.), que no representa al atleta en el momento de la acción sino en la actitud cotidiana de limpiarse, fatigado tras el esfuerzo.

Otros escultores destacados de este período fueron:

  • Briaxis, autor de la enérgica estatua de Mausolo del mausoleo de Halıcarnaso.
  • Leocares, que esculpió el bellísimo y esbelto Apolo del Belvedere.
La Afrodita de Cnido de Praxiteles es uno de los magníficos desnudos de la plástica clásica tardía, sobresalen por la belleza de las formas y la elegante movilidad.

Durante el siglo IV la pintura mural cobró una considerable importancia, aunque sólo podamos hacernos una idea de su belleza y perfección en el empleo del colorido a través de las copias romanas, como en el mosaico de la Batalla de Alejandro contra Dario. Cabe destacar también las obras realizadas con la técnica del mosaico, muy apreciadas como decoración en los palacios helenísticos, especialmente en Roma y Alejandría.

Por lo que respecta a la arquitectura, en este período aparecieron nuevas construcciones, como el teatro para las representaciones de tragedias (teatro de Epidauro), que siempre se levantaba aprovechando la vertiente lateral de una montaña para construir las gradas, y el tholos, un templo de planta circular y períptero (tholos de Delfos). A partir del siglo IV se impuso un nuevo orden, el corintio, que alcanzaría una amplia difusión. Entre los edificios más representativos de este período cabe destacar la linterna de Lisícrates, el mausoleo de Halicarnaso proyectado por Pitio, que conjuga el modelo de tumba de torres de Asia Menor con el del templo jónico, y el templo de Atenea en Priene.

LA TALLA DEL MARMOL

El mármol fue uno de los materiales preferidos por los escultores griegos. No obstante, el hecho de que la talla con el cincel exigiera una gran precisión y habilidad, ya que no había que posibilidad de corregir los errores, hizo que los artistas optaran por elaborar un modelo previo sobre barro, que después trasladaban a la piedra por el método de puntos. Este método consistía básicamente en marcar una serie de puntos paralelos en el modelo y en el bloque de mármol utilizando la «máquina de sacar puntos», una especie de escuadra a la que se adherían finas varillas de hierro que apoyadas sobre el bloque indicaban la zona y la profundidad a la que debía llegar el escultor.

Tras la operación de desbastado y con la forma ya al descubierto, se pulía la superficie del mármol con el empleo de abrasivos, o bien se policromaba o revestía con otros materiales, como el marfil. La práctica de colorear la escultura en piedra o en mármol estuvo muy extendida en el mundo preclásico y clásico, pero a partir del siglo V a.C. se impuso la escultura sin colorear.

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