El Románico Pleno

A fines del siglo XI, algo posterior al primer románico, se empezó a desarrollar en Francia un nuevo modelo arquitectónico, un estilo común que se extendió por toda la Europa cristianizada gracias a la labor de las órdenes misioneras y las rutas de peregrinación.

Los elementos que distinguen al románico pleno son:

  • La adopción de un aparejo de sillares grandes y regulares, perfectamente labrados.
  • La preferencia por la planta basilical con varias naves longitudinales y una sola nave transversal, organizadas interiormente mediante pilares cruciformes.
  • La división de la bóveda por medio de los arcos fajones, el empleo de la bóveda de arista y la cúpula sobre el crucero, y la innovación más importante.
  • La introducción de la escultura como elemento ornamental de los edificios, primero en cornisas y capiteles, y posteriormente en las llamadas portadas historiadas y en los capiteles del claustro.

A fines del siglo XI apareció la pintura románica, como una magnífica combinación de los recursos estilísticos bizantinos y la iconografía paleocristiana, que dio espléndidas obras al fresco en las que se otorgó una gran importancia a la línea como forma de delimitar los volúmenes, y en las que el cromatismo estuvo bastante mediatizado por ciertos convencionalismos representativos: fondos divididos en franjas transversales para crear la sensación de espacio, etc.

Mención aparte merecen las iglesias de peregrinación (Saint-Sernin de Toulouse, Sainte-Foy de Conques o Santiago de Compostela), erigidas bien en los núcleos urbanos o bien a lo largo de los caminos que conducían hasta el lugar de culto. Tienen como rasgo en común sus excepcionales dimensiones debidas a la necesidad de acoger a un importante número de fieles y peregrinos.

El Pleno Románico Francés

En Francia surgieron diferentes escuelas arquitectónicas:

  • La de Provenza, representada por las iglesias de Saint-Gilles-de-Gard y Saint-Trophime de Arlés, con su característica planta de tres naves sin deambulatorio ni tribuna, y una fachada de inspiración clásica, con columnas y capiteles corintios y terminada en un frontón triangular.
  • la de el Languedoc, donde abundan las iglesias de peregrinación, con girola y capillas radiales, como Saint-Sernin de loulouse y Sainte-Foy de Congques
  • la de Auvernia, de la que cabe destacar sobre todo el aspecto exterior de los edificios dotados de un magnífico gracias a la utilización de piedras de distintos colores, en especial en la catedral de Puy (966) y Notre-Dame du Port en Clermont-Ferrand.
  • las de Aquitania y Perigord, cuyas iglesias constituyen un grupo muy homogéneo al presentar una serie de cúpulas ordenadas en hilera sobre la nave central, como en la catedral de Cahors, la catedral de Angulema, y la iglesia de Saint-Front de Perigueux.
  • la de Borgoña, representada por la tercera monumental iglesia de Cluny, «Cluny II», con sus cinco naves, dos transeptos y girola de cinco absidiolas, así como por la iglesia de Saint-Lazare de Autun y la magnífica iglesia de Sainte-Madeleine de Vézelay.
  • Las de Bretaña y Normandía, donde la arquitectura románica cobró dimensiones poco usuales, sobre todo en altura, gracias a la adopción de la bóveda de arista reforzada, precedente clarísimo de la bóveda de crucería gótica, como se puede ver en la iglesia de Saint-Etienne y en la Trinité de Caen.
La catedral de Saint Sernin de Toulouse se convirtió, inmediatamente después de su construcción, en el prototipo de iglesia de peregrinación, un modelo que fue muy imitado.

El Pleno Románico Italiano

La arquitectura románica adoptó en Italia formas muy particulares, debido principalmente a la imborrable huella dejada por la tradición clásica. En el centro de Italia se hallan las construcciones más representativas de este período, especialmente en Florencia y Pisa. Se trata de edificios suntuosos, erigidos sobre plantas sencillas y dotados de una gran armonía y belleza en las proporciones, como las iglesias de San Miniato de Florencia y San Frediano en Lucca, y el célebre conjunto catedralicio de Pisa, con el bellísimo sistema decorativo basado en la superposición de varios cuerpos de arquerías y el empleo de mármoles de colores.

El Románico Pleno en España

El románico pleno dejó en la península extraordinarias muestras arquitectónicas. A lo largo del camino de Santiago se levantaron edificios como la catedral de Jaca, la iglesia de San Martín de Frómista, la colegiata de San Isidoro de León, los claustros de San Juan de la Peña y San Pedro el Viejo, en Huesca, y la iglesia de Santa María la Real en Sangüesa (Navarra).

En el norte de Castilla y León la difusión del románico alcanzó su momento de máximo esplendor en el siglo XII, con la construcción de notables edificaciones como la iglesia de San Vicente de Ávila, ciudad de la que también cabe destacar sus magníficas murallas defensivas del siglo XI, el conjunto de iglesias de Segovia formado por San Martín, San Millán, San Juan de los Caballeros y San Esteban la iglesia de la Vera Cruz, y en el valle del Duero tres magníficos edificios, la catedral de Zamora, con su bella cúpula gallonada, la colegiata de Toro y la torre del Gallo de la catedral vieja de Salamanca, que anticiparon soluciones posteriores al utilizar pechinas en lugar de trompas para sostener la cúpula del crucero.

En la ciudad de Segovia y en su provincia apareció durante el siglo XI un tipo especial de románico, caracterizado por iglesias de pequeñas dimensiones, con suntuosos pórticos y elevados campanarios; un ejemplo de este románico segoviano es la iglesia de San Martin.

Durante este período, en Cataluña todavía persisten las formas del primer arte románico, aunque en algunos casos se funden con las aportaciones del románico pleno francés. Sobresalen los claustros de la catedral de Girona y los de los monasterios de Sant Cugat del Vallès, Santa Maria de T’Estany y Sant Benet de Bages, así como las iglesias de Sant Climent y Santa Maria de Taüll, las catedrales de Tarragona y Lérida, el monasterio Sant Joan de les Abadesses y la catedral de la Seu d’Urgell.

EL TEMPLO ROMÁNICO
Construido como un edificio funcional, destinado a acoger a los fieles para la celebración de la liturgia, el templo románico tuvo a su vez una clara función simbólica como casa del Señor y representación de la perfección divina. Esto se observa en la estricta ordenación de los diferentes elementos arquitectónicos que lo componen: proporciones, orientación, etc., que mantienen una evidente correspondencia con el cuerpo humano, la creación más perfecta de Dios. Los modelos que se establecieron durante el primer románico configuraron el edificio característico del románico pleno: un templo de freso cinco naves con amplio crucero, acabadas en una girola o pasillo que rodea la parte trasera del presbiterio para permitir que los fieles puedan circular cómodamente y venerar las reliquias sin interrumpir los oficios, cabecera tripartita, tribuna sobre las naves laterales y la fachada flanqueada por dos torres. Si bien en el primer románico la cubierta interior solía ser de madera, pronto se optó por la bóveda de cañón y más tarde por la bóveda de arista. El abovedamiento supuso también la sustitución de las delicadas columnas por unos robustos pilares cruciformes, decorados con finas columnas adosadas sobre los que descansan los arcos.

La Arquitectura del Imperio Germánico

A mediados del siglo XI la arquitectura románica penetró en el Sacro Imperio Germánico, poderosamente influida por las edificaciones otonianas, como se pone de manifiesto en la adopción de algunos de sus elementos constructivos: las torres que flanquean el ábside, el doble transepto y el cimborrio que se eleva sobre el crucero. Entre los edificios más representativos cabe señalar la catedral de Spira, la iglesia de Santa María de Laach (siglos XII-XIII) y la catedral de Worms. La influencia del románico borgoñón e italiano quedó plasmada en algunos monasterios benedictinos, como en la desaparecida iglesia del Monasterio de San Pedro y San Pablo de Hirsau, y en el monasterio benedictino de Königslutter.

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