El Arte Asturiano

Desde el comienzo de la invasión de la península Ibérica por los árabes, en el año 711, los visigodos fueron empujados hacia el norte, quedando finalmente establecidos dentro de los estrechos límites del reino asturiano, donde se desarrolló un arte que tuvo su máximo período de esplendor con los reinados de Alfonso II (791-842) y Ramiro I (842-850), y que propugnó la recuperación de las formas y las construcciones de la monarquía toledana.

La Arquitectura

Centrado sobre todo en los aspectos arquitectónicos, el arte asturiano se inspiró en las formas visigodas que combinó armónicamente con elementos ornamentales carolingios y bizantinos. Partiendo de estos principios estéticos, se erigieron pequeñas iglesias, de planta basilical de una o tres naves separadas por pilares, que culminaban en una cabecera separada de la nave por el iconostasio, en la que se abrían tres capillas. Elementos característicos de la arquitectura asturiana son el arco de medio punto y la bóveda de cañón, ambos peraltados, cuyos empujes eran contrarrestados por los estribos. La aportación escultórica fue muy escasa: relieves en bandas, el motivo de la soga y la temática de origen oriental y local.

En tiempos de Alfonso II (791-842) se levantó una serie de edificios en Oviedo, como la iglesia de San Julián de los Prados, que alberga una magnifica decoración pictórica, y el recinto palatino, del que no se conserva más que la Cámara Santa. De tiempos de Ramiro I son la iglesia de Santa Cristina de Lena y los edificios del Naranco, que presentan algunas novedades, como las bóvedas de cañón sobre arcos fajones con contrafuertes en el exterior. De la iglesia de San Miguel de Lillo sobresale la bella decoración escultórica de las jambas del pórtico, en la que se puede ver una figura consular y una escena circense. Del reinado de Alfonso III son las iglesias de San Adriano de Tuñón y San Salvador de Valdediós (894).

La iglesia de San Miguel de Lillo la mandó construir el rey asturiano Ramiro I en el siglo IX como capilla palatina del cercano palacio de Santa María del Naranco. En su aspecto exterior llaman la atención la altura del edificio y la abundancia de contrafuertes.

Las Artes Plásticas

De la pintura mural asturiana se conserva la magnífica decoración de San Julián de los Prados. Los orfebres por su parte han dejado espléndidos relicarios, cofres-relicarios y cruces, con bellos trabajos de filigrana, engarce de piedras preciosas y esmaltes, como la Cruz de la Victoria (908), la arqueta de la catedral de Astorga y la Caja de las ágatas.

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