Antecedentes del Protestantismo

Las condiciones en que se desarrolló este importante fenómeno son inseparables de la gran postración en que había caído el Sacro Imperio y del descontento que suscitaba la decadencia moral de la Iglesia. El Imperio mantenía una estructura medieval, fragmentada en gran número de Estados y ciudades libres, y fracasaron todos los esfuerzos unificadores encaminados a convertir aquellos territorios en una monarquía moderna, autoritaria y con centralismo, que era el modelo que se imponía en Europa. Las ambiciones de los príncipes y el particularismo de las opulentas ciudades mercantiles, hallaron tendencia en las nuevas doctrinas un pretexto para afirmar su singularidad frente al poder imperial y, de paso, para apoderarse de los bienes de la Iglesia.

En cuanto a esta última, se había convertido en un poder más temporal que espiritual, y en su seno reinaban el desorden y la corrupción. Contra este estado de cosas se alzaron algunos reformadores y órdenes religiosas, pero su influencia fue escasa. Los papas, dedicados a la política y al mecenazgo de literatos y artistas del Renacimiento, llevaban una existencia de lujo y en no pocos casos de disipación, que levantaba el natural escándalo entre los creyentes. Pero además, muchos países, sobre todo del norte de Europa, consideraban que aquellos esplendores los estaban pagando ellos a través de sus aportaciones por unos u otros conceptos, en tanto sus propias iglesias se veían obligadas a desenvolverse en la mayor austeridad.

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