El Aparato Digestivo

Su función es proporcionar al organismo los nutrientes que éste necesita para realizar sus funciones vitales, tanto de mantenimiento como de crecimiento. En su actividad engloba numerosos órganos y, fundamentalmente, produce dos tipos de transformaciones en las sustancias alimentarias, una mecánica y otra química. Los órganos del olfato y el gusto ayudan a seleccionar los alimentos, que sufren la primera transformación en la boca, donde se desmenuzan y se mezclan con la saliva. Después, a medida que pasan por el esófago, el estómago y el intestino, van perdiendo su estructura física y comienzan a experimentar cambios químicos, quedando reducidos a componentes simples. El sistema circulatorio, finalmente, se encarga de transportarlos hasta las células.

EL APARATO DIGESTIVO EN CIFRAS
Para tragar los alimentos son necesarias la lengua y la saliva. La primera tiene un total de diecisiete músculos y la segunda se secreta a razón de 0,08 cm3 por minuto, lo que da un total de un litro y medio diario. El bolo alimenticio baja a una velocidad de 2 a 5 cm por segundo, y en el estómago es atacado por el ácido clorhídrico, que seria capaz de corroer la carrocería de un coche. En el intestino existen cinco millones de vellosidades, de 0,5 a l mm de altura. La superficie intestinal total es de 20 m2.

LA ENERGÍA QUE PROPORCIONAN ALGUNOS ALIMENTOS
La mantequilla es uno de los alimentos más energéticos, con 3.320 kilojulios cada 100 mililitros. Le siguen el queso tipo manchego (1.780), el azúcar blanco (1.650), el arroz (1.510), la harina de trigo entero (1.420), el filete frito (1.140) y el pan blanco (1.020). Con menos de mil kilojulios tenemos los licores destilados (929), la merluza frita (733), los guisantes de lata (360), las patatas (293), la leche fresca entera (276), la manzana (197) y la verdura cocida (38).

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