Arte de Los Antonio

Con el emperador Trajano (98-117) se inició la brillante dinastía de los Antonino, que logró la mayor expansión territorial del Imperio sin dejar de lado la política de embellecimiento de la capital romana iniciada por Augusto. Se trata de un arte oficial, que conjuga utilidad y grandiosidad con ciertos rasgos plebeyos, y que se ejemplifica en el conjunto monumental del foro de Trajano (107-113), con la basílica Ulpia y la columna Trajana, y el circo Máximo. En este mismo período, en las provincias se levantaron obras imponentes como el puente de Alcántara o el acueducto de Segovia.

Puente de Alcántara.

En el campo de la escultura, cabe destacar los notables retratos del emperador, de gran fuerza expresiva, y los hermosos relieves, que, según la temática, adoptaban una u otra tendencia estilística. Así pues, mientras para las escenas de carácter cívico o religioso se siguió la línea del Ara Pacis Augustae, con figuras dispuestas en hilera y trabajadas en altorrelieve con notables fondos arquitectónicos, como en las obras de la Curia de Roma, en las escenas de batallas se empleó un estilo narrativo, plasmado en una representación continua, parecida a un rollo escrito, de carácter descriptivo, como en la columna de Trajano. A partir de este momento, y con la generalización del rito funerario de la inhumación, el sarcófago volvió a cobrar una considerable importancia, generalmente historiado con temas mitológicos o de la vida cotidiana.

Durante el reinado de Adriano (117-138), el sucesor de Trajano, el relieve conmemorativo perdió preponderancia en favor de un nuevo tipo de esculturas inspiradas en la estatuaria griega, que representaron sobre todo al favorito del emperador, Antinoo, convertido en un dios pagano de belleza clásica y expresión melancólica. No obstante, la obra más representativa de la época es, sin lugar a dudas, el panteón de Roma, iniciado en el 126, una construcción de planta circular de la que cabe destacar sobre todo, la extraordinaria complejidad técnica de la enorme cúpula. Otros edificios importantes de este período son el mausoleo de Adriano, el anfiteatro de Itálica, el templo de Trajano en Pérgamo y la magnífica villa de Adriano en Tívoli.

A mediados del siglo II la actividad constructiva se redujo de forma drástica, lo que afectó también a la escultura y al relieve conmemorativo; mencionemos el Busto de Marco Aurelio, con un trabajo particularmente virtuoso en el tratamiento del manto, así como la majestuosa Estatua ecuestre de Marco Aurelio, la Columna de Antonino y la Columna de Marco Aurelio.

Villa de Adriano en Tívoli.

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