El Arte Romano

Con la instauración de la República en el 509 a.C Roma dejó de ser una agrupación de pequeños poblados dispersos para convertirse en una magnífica metrópoli que dominaba toda la región del Lazio. A partir del siglo II a.C. empezó a surgir el arte romano propiamente dicho, para irse
uniformando a lo largo de varios siglos en todas las regiones romanas. La cronología romana se divide en dos períodos perfectamente definidos, el de la República, del siglo II a la segunda mitad del siglo I a.C., y el del Imperio, desde el reinado de Augusto hasta el declive, en el año 476.

El arte romano se formó bajo la profunda presión de la influencia cultural griega, y también a partir de la civilización etrusca del norte, dando como resultado un arte eminentemente práctico que tuvo en la arquitectura su máxima expresión.

Las formas griegas se irán adecuando progresivamente al nuevo gusto y sentido utilitario típicamente romano, que se resume básicamente en un mayor interés por la técnica que por la estética y en un arte que cumplirá una doble función: embellecer y servir a un fin muy concreto, la magnificencia del Estado.

Durante el período romano, el arte se caracterizó por un considerable dominio de las técnicas constructivas, el monumentalismo acorde con la grandeza de Roma, y su sincretismo, capaz de integrar las aportaciones de los pueblos conquistados. Al margen del arte oficial, la influencia del arte helenístico se impuso también en la iconografía mitológica y en el arte de la aristocracia, especialmente en la ornamentación de casas con mosaicos y pinturas al fresco, mausoleos y sarcófagos; paralelamente, la tradición etrusca se convirtió en el modo de expresión preferido por las clases populares de todo el mundo mediterráneo.

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