El Arte Aqueménida: Ciro

Durante el reinado de Ciro el arte persa, fundamentalmente cortesano y conmemorativo, definió sus rasgos característicos, plasmando en la arquitectura y concretamente en la construcción y decoración de sus palacios sus máximas realizaciones.

La arquitectura fue, pues, para los persas un arte al servicio del soberano, a través del cual se intentó destacar el poder y la grandeza del monarca. Sus construcciones adinteladas, erigidas en piedra y sustentadas por enormes columnas de base campaniforme, adoptaron de los asirios el modelo del palacio erigido sobre una plataforma. Cabe destacar el palacio de Ciro en Pasagarda, el de Darío en Susa y el de Persépolis (518 a.C.), este último levantado sobre una estructura de 15 metros de altura.

En todos los palacios aqueménidas las estancias principales estaban precedidas por escalinatas, atrios y monumentales genios y toros alados, como la apadana (la sala de las audiencias), de planta cuadrada y de enormes proporciones, y el salón del trono, que solía ser hipóstilo. Sobresale asimismo la decoración mural en ladrillo esmaltado, así como la ornamentación de las columnas, con el fuste recorrido por estrías verticales de clara influencia griega y rematadas por capiteles decorados con motivos vegetales o con dos cabezas de animales opuestas y unidas por el torso.

La arquitectura funeraria real se basó fundamentalmente en dos modelos: el edículo de piedra de características monumentales, con gradas y cubierto a dos aguas, ejemplificado por la tumba de Ciro en Pasagada, y el sepulcro excavado en la roca, a modo de hipogeo, como la tumba de Jerjes, junto a Persépolis, con una bella entrada que hace las veces de fachada monumental, y el hipogeo de Darío I en Naqsh-i-Rustam.

El escaso número de esculturas en bulto redondo que se conocen del arte aqueménida ha convertido el relieve en su principal manifestación plástica. Inscrito en los muros de los palacios, en los zócalos y en los frisos, se caracteriza por haber superado la factura plana de los relieves mesopotámicos con una tendencia a destacar las figuras del fondo, por presentar un modelado más delicado y suave, y por mostrar un estilo ecléctico en el que se mezclan elementos asirios, egipcios y griegos. Los más interesantes son los del palacio de Persépolis, en los que se representan escenas animalísticas, de desfiles de siervos, de la guardia real, de corte y de audiencias, con la tradicional escala jerárquica y un estudiado preciosismo a la hora de representar los detalles: adornos, joyas y armas. Sobresalen también los frisos de las escalinatas del palacio de Susa, como el famoso Friso de los arqueros, con un extraordinario sentido del color, la proporción y el modelado, típicamente persas.

Fuente:

  • Enciclopedia Temática Autoevaluativa, volumen V, Edición 2002, Barcelona España.

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