El Arte Neobabilónico

Tras el reinado de Hammurabi, Babilonia cayó bajo el dominio de los casitas y asirios hasta que los caldeos acabaron con el Imperio asirio y restablecieron el poder de Babilonia. Con Nabucodonosor II (604-562 a.C.) se inició un período de extraordinario esplendor, que se tradujo en la monumentalidad arquitectónica de la capital: Babilonia. No obstante, todo este apogeo quedó truncado con la conquista de la ciudad por los ejércitos del rey persa Ciro II, en el año 539 a.C.

Testimonio de la grandeza del momento es la propia ciudad, con su disposición rectangular y largas avenidas, la doble muralla, sus numerosos templos, y el puente de piedra que unía la ciudad dividida por el Éufrates. Especialmente imponentes fueron su ziggurat, conocido como la torre de Babel, el palacio real y, sobre todo, los jardines colgantes. En la muralla se abrían numerosas puertas, cada una dedicada a una divinidad, siendo la más monumental la de Puerta de Ishtar (h. 580 a.C.), recubierta de cerámica vidriada con relieves de toros y dragones de factura estilizada.

Monumental conjunto formaban en la Babilonia de Nabuconodosor las murallas de la avenida procesional que se iniciaba en la Puerta de Ishtar, decoradas con leones de cerámica policromada.
LA MÍTICA TORRE DE BABEL

La torre de Babel, la maravilla arquitectónica más grande del mundo antiguo y símbolo de la vanidad humana, fue construida cientos de años antes del reinado de Nabucodonosor, destruida y vuelta a reconstruir por el propio Nabucodonosor, quien ordenó a sus arquitectos que «elevaran el remate de la torre de manera que pudiera retar al cielo» Esta grandiosa pirámide de varios niveles, rematada por el templo dedicado al dios Marduk, se elevaba a más de 100 metros de altura. A pesar de su desaparición, su belleza y espectacularidad han perdurado en la memoria popular.

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