El Período Helenístico Egipcio

Los cambios de dinastías y las divisiones políticas del país llevaron a la práctica interrupción de la actividad constructiva, a excepción de la finalización de algunos monumentos anteriores. Los saítas tomaron como referencia el arte clásico del Imperio Antiguo, aunque apenas se conservan vestigios de sus construcciones. Por lo que se refiere a la escultura, las formas se suavizaron en un finado equilibrio, sobre todo en la estatuaria en esquisto de dioses, reyes e importantes funerarios.

Durante el período de los Tolomeo convivieron el arte helenístico con el faraónico, una confluencia de estilos que sirvió para dar forma a las últimas manifestaciones del arte egipcio faraónico; los templos de Horus en Edfu y los de Kom Ombo y Hathor en Dendera.

Busto de la reina Nefertiti, realizado en caliza policromada y procedente de Tell el-Amarna (Museo Egipcio, Berlín)
EL PERÍODO DE TELL EL-AMARNA

El reinado de Amenofis IV (1352-1336 a.C.) estuvo marcado por el traslado de la capital a Tell el-Amarna y por el cisma religioso provocado por el monarca de Amón y proclamar como dios único al disco solar. Atón, y a él mismo como Tutankhamón.

Este cambio religioso tuvo también importantes repercusiones en el campo del arte. Así pues, en los templos, por ejemplo, los altares se levantaron al aire libre. Sin embargo, en el campo en que estas novedades se hicieron más notorias fue sin duda alguna en el de las artes plásticas, donde las obras alcanzaron un mayor grado de expresividad, menos sujetas a los convencionalismos del período precedentes, interesadas por plasmar sobre todo los sentimientos humanos. Siguiendo esta nueva concepción, los componentes de la familia real aparecen representados con un gran naturalismo y en escenas íntimas y familiares.

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