El Islam en España

El emirato independiente de España, creado en el año 756 por Abderramán I, se convirtió en l en el 928, con Abderramán II. A partir de entonces se desarrolló en el Al-Andalus, pero especialmente en Córdoba, una cultura refinada y cosmopolita que trascendió más allá de sus fronteras. En el año 1031, las intrigas políticas disgregaron el califato en los reinos de taifas, que mantuvieron la cultura de la época anterior. Por tanto, la cronología del arte musulmán en España se puede dividir en varias etapas bien diferenciadas: el período califal cordobés (siglos X al XI); los reinos de taifas, almorávides y almohades, y el reino nazarí de Granada. De este modo, durante más de ocho siglos, España se convirtió en un verdadero puente entre la cultura oriental y la occidental.

El Período Cordobés

Con Abderramán III se proclamó el califato de Córdoba (929), una etapa de extraordinario desarrollo político y cultural que llegó a su fin en el año 1035 en que el califato se dividió en pequeños reinos independientes, los reinos de taifas. Las edificaciones de este período muestran algunas características fundamentales, como la utilización del aparejo de sillería propiamente visigodo, así como la reutilización de fustes y capiteles de las iglesias cristianas, el empleo de capiteles trabajados con trépano a modo de avispero, para dar efecto de relieve y claroscuro; empleo del arco de herradura semicircular, con una particularidad, el intradós y el extradós dejaron de ser paralelos siendo más estrecho el arco en los laterales que en la clave, y la alternancia de colores en las dovelas, de hermoso efecto visual; la introducción de arcos de herradura alfiz, apuntados y entrecruzados, y el empleo del alfiz, motivo decorativo que pasó a enmarcar los arcos de las ventanas y las puertas.

Ya en pleno período califal aparecieron los arcos polilobulados, que habitualmente se disponían superpuestos y entrecruzados. El número de lóbulos era siempre impar, con lo cual uno de ellos coincidía con la clave del arco. En las cubiertas no se utilizó la cúpula, pero sí una rica variedad de bóvedas entre las que sobresalen las de crucería. Por lo que respecta a la decoración, se emplearon motivos en ataurique, geométricos o cúficos similares a los del resto del mundo islámico.

La arquitectura civil árabe tiene sus mejores exponentes en los palacios y en las murallas y torres defensivas que se construían en la mayoría de poblaciones para protegerlas de los ataques de los enemigos. Son ejemplos ilustrativos el salón del palacio de Medina Azahara, en Córdoba, de igual manera las murallas de la Aljecería de Laragoza y la Torre del Oro, vestigio de las antiguas fortificaciones árabes de Sevilla.

Los edificios más representativos de este período son la mezquita de Córdoba, levantada sobre el emplazamiento de una basílica visigoda, con diecinueve naves perpendiculares a la quibla, columnas y un entramado de arcos de herradura y de medio punto, arcos lobulados, bóvedas de crucería y mosaicos; la mezquita de Bab-el-Mardum en Toledo (Cristo de la Luz), y el palacio de Medina-Azahara, construido por Abderramán III para su favorita, y de Zahara.

El patio de la acequia del palacio del Generalife en Granada evidencia la costumbre islámica de insertar los edificios en el medio ambiente natural mediante patios Con fuentes y jardines.

Los Reinos de los Traigas y los Períodos Almorávide y Almohade

La división del califato en numerosos reinos de taifas, mucho más pobres, influyó decisivamente en el ámbito artístico, impregnando de barroquismo la decoración. En la época de los reinos de taifas se construyeron puertas, fortificaciones, alcazabas, fortalezas como las de Málaga o Granada, y el palacio-castillo de la Aljafería de Zaragoza, un recinto rectangular con torres cilíndricas de defensa y compleja decoración con arcos lobulados, de herradura, mixtilíneos y decorados con motivos vegetales y epigráficos.

Con el dominio militar de los almorávides llegó una fase de austeridad. Se erigieron numerosos edificios en ladrillo, ricamente ornamentados con arcos polilobulados, enmarcados por el alfiz, mocárabes, y la sebka, una red romboidal entrecruzada con finos mosaicos. De este período datan el mihrab de la mezquita de Almería y el castillo de Monteagudo (Murcia).

El Imperio almohade, con capital en Sevilla, incorporó la mayor parte de los elementos almorávides: el ladrillo como material constructivo, el arco de herradura y el lobulado, los mocárabes, la decoración de sebka y la cerámica vidriada. A esta etapa corresponde la gran mezquita de Sevilla, destruida al edificarse sobre ella la catedral gótica una vez reconquistada la ciudad. Lo único que ha subsistido es el alminar, transformado en campanario y conocido como la Giralda. De la arquitectura civil y militar almohade sólo se conservan la Torre del Oro y los restos del Alcázar de Sevilla.

El Período Nazarí

El período nazarí o granadino, que alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIV, se caracterizó fundamentalmente por la importancia que adquirieron en la arquitectura los elementos decorativos como medio de disimular la pobreza de los materiales empleados en la construcción de los edificios. También se creó un nuevo tipo de columna de fuste liso apoyado sobre una basa ática y rematado por un capitel compuesto de un cuerpo cilíndrico ornamentado con motivos de lacerías y otro cúbico trabajado con labor de ataurique. A ello hay que añadir las bóvedas de mocárabes, que descansan sobre magnéticas arquerías revestidas de ricas yeserías policromadas, los arcos polilobulados y los bellísimos motivos decorativos realizados con azulejos policromados, combinaciones geométricas y motivos epigráficos.

El edificio más representativo de este período es el palacio-fortaleza de la Alhambra (siglo XIV), que muestra la estructura típica de los palacios de la España musulmana, distribuido en numerosas dependencias abiertas a grandes patios con surtidores y fuentes (patio de los Leones). Cabe destacar la alcazaba, el harén (sala de las Dos Hermanas), salas de baños, las estancias oficiales (sala de las Audiencias) y los jardines de El Partal. Frente a la Alhambra se construyó el Generalife, lugar de reposo o palacio de verano de los reyes nazaríes.

Palacio-fortaleza de la Alhambra (siglo XIV).

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