Independencia de Estados Unidos

Las llamadas trece colonias británicas en la costa oriental de Norteamérica se levantaron contra la metrópoli, que las sometía a exacciones destinadas a financiar las guerras contra Francia. Los colonos deseaban una adecuada representación parlamentaria en Londres, y se negaron a pagar impuestos en cuya votación no habían intervenido. Esos colonos habían alcanzado gran prosperidad con el comercio, la incipiente industria y la agricultura de plantación, y la sociedad era bastante homogénea; esto es, no había en ella las abismales diferencias entre ricos y pobres que eran comunes en Europa. Los británicos hubieron de ceder a las demandas americanas en materia fiscal, pero no admitieron la abolición del impuesto sobre el , por lo que en 1773 se desató la rebelión en Boston. Al frente de los alzados se pusieron George Washington, que sería el primer presidente de la nueva república, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson. Tras unos comienzos desfavorables para sus armas, y contando con la ayuda de Francia y España, deseosas de perjudicar a Inglaterra tras la guerra de Siete Años, los colonos vencieron a los realistas en Saratoga (1777) y los británicos acabaron por pedir la paz. Con anterioridad, en 1776, se había proclamado la independencia en Filadelfia. La paz se firmó en Versalles en 1783, y en ella Gran Bretaña renunciaba a la soberanía sobre su antigua colonia. La nueva nación se constituyó en federación y se dio la primera constitución escrita del mundo (y hoy en día la más antigua en vigor). Esto significaba llevar a la práctica las teorías de los filósofos ilustrados, que se plasmaban en el primer Estado basado en la igualdad de todos los ciudadanos y en la razón, y que se proponía explícitamente la búsqueda de la felicidad para todos. El impacto que causó en Europa y en Latinoamérica la revolución americana tuvo consecuencias de gran alcance histórico.

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