El Arte Acadio

La tradicional hegemonía del pueblo sumerio se vio alterada por el peso cada vez mayor de los semitas llegados al país, un proceso que culminó cuando Sargón I (2334-2279 a.C.) se hizo con el poder en todas las ciudades sumerias. El Imperio acadio alcanzó su máximo apogeo con el reinado de Naramsin, hasta que la ciudad de Acad quedó destruida por la invasión de los gutis, procedentes de Irán.

El sistema político basado en el poder absoluto del soberano derivó en un arte claramente propagandístico del que el rey fue protagonista casi exclusivo. Esta concepción quedó claramente pasmada en las esculturas, estelas y relieves figurados realizados en este período (Estela de Sargón), en los que el monarca aparece devinizado, dotado de una gran nobleza y cierto naturalismo en los detalles anatómicos. Se trata de obras realizadas en dioritas, de bellísimo y brillante acabado, y también en alabastro y caliza. Cabe destacar la Estela de Naramsin (h. 2250 a.C.), que rompe con la rigidez de las composiciones organizadas en varios registros del período sumerio en favor de una composición más equilibrada de una sola escena, y la Cabeza en bronce de Naramsin, hallada en Nínive, magnífica pieza de un gran refinamiento que representa a un soberano de porte real y viril, una imagen idealizada, que estableció las pautas a seguir en la representación de la imagen real en Oriente.

De los pocos vestigios arquitectónicos que han llegado hasta nuestros días destaca el palacio de Naramsin, en Tell Brak (Siria), de plana cuadrada, con diversas dependencias anexas y rodeado por una poderosa muralla.

Clindrosello acadio (Museo Británico, Londres). Este sello tiene grabada una escena ritual, en la que un hombre sujeta un buey que tira de un arado al que guían dos figuras barbadas.

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