Comienzos de la Reconquista Española

A raíz de la invasión árabe, un grupo de nobles godos se refugió en las montañas asturianas y allí organizó la resistencia. Tradicionalmente se sitúa el inicio de la Reconquista en el año 722, fecha de la batalla de Covadonga, en realidad una escaramuza a la que los árabes no dieron importancia, capitaneada por Pelayo alto dignatario de la corte de Rodrigo. El núcleo cristiano pudo consolidarse y atraer a gran número de campesinos, que abandonaron las tierras comprendidas en el Duero y la cordillera Cantábrica. A esta despoblación contribuyeron asimismo las luchas civiles de los musulmanes (enfrentamientos entre árabes y bereberes). Con ello los objetivos militares se dispersaron y alejaron, y de este modo pudo surgir y expandirse el reino de Asturias. Alfonso I se apoderó de la franja costera cantábrica. Con Alfonso III (866-909) la monarquía, habiendo superado el sistema electivo godo, era ya hereditaria y estaba empeñada en la repoblación de la amplia franja que se extendía hasta el Duero. La capital radicaba en Oviedo, pero Alfonso la trasladó a León.

LOS NÚCLEOS PIRENAICOS

Los orígenes de Navarra, Aragón y Cataluña están vinculados a la política carolingia de establecer marcas o zonas de seguridad en los confines del Imperio, que sirvieran de valladar a las invasiones. Navarra, tras unos orígenes bastante oscuros, pudo consolidarse gracias a que quedó más resguardada que los otros territorios de las devastaciones organizadas por Al Mansur, y así su rey Sancho el Mayor (1000-1035) desempeñó un impactante papel, anexionando Castilla y abriendo su reino a influencias europeas. Aragón estuvo al comienzo en la órbita navarra, pero al repartir Sancho el Mayor sus Estados, se convirtió en reino y fue asignado a Ramiro I (1035-1063). El empuje hacia el Valle del Ebro culminó en 1117 con la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador (1104-1134).

Cataluña fue conquistada por los carolingios a partir de 785. Avanzaron hasta Llobregat y crearon así la Marca hispánica. Entre los diversos condados no tardó en destacar el de Barcelona. Aprovechando la descomposición del Imperio carolingio, el conde barcelonés Vifredo el Velloso (Guifré el Pelos) reunió varios de esos condados en torno al suyo en la segunda mitad del siglo IX, con lo que se constituyó el núcleo de Cataluña. Esta supremacía barcelonesa quedó bien asentada con Ramón Berenguer III (1096-1131), que por su entronque con la casa condal Provenza proyectó sus Estados al otro lado de los Pirineos.

Ramón Berenguer IV casó con Petronila, hija única del aragonés Ramiro II, hermano y sucesor de Alfonso el Batallador. De este modo, en 1137 se unieron a Cataluña y Aragón en una sola corona, y dieron un nuevo impulso a la Reconquista en la parte oriental de la península, llegando a Tortosa y Teruel. En cambio, la expansión ultrapirenaica quedó abortada en 1213 (Batalla de Muret), en tiempos de Pedro II (1196-1213): el auge de la herejía cátara en el sur de Francia fue aprovechado por los reyes de éste país para llevar a cabo una ofensiva dentro de sus planes para lograr la unidad nacional.

Catilla y León

Castilla tuvo un origen fronterizo, en la zona de contacto con los vascones, en la actual provincia de Burgos. En tiempos del rey asturleonés Ramiro II (931-951), el conde Fernán González reunió ese territorio y logró la suficiente autonomía para convertir sus dominios en hereditarios. Incorporado más tarde el condado de Navarra, a la muerte de Sancho el Mayor su hijo Fernando heredó Castilla ya a título de Rey. Después de vencer a Vermudo III, Fernando anexionó León, que se consideraba continuador de la tradición goda, y emprendió la expansión hacia el sur.

Alfonso VI (1071-1109) conquistó Toledo en 1085, estableciendo la frontera en Tajo. Un personaje contemporáneo, inmortalizado por la literatura, el Cid, arrebató Valencia a los árabes con un ejército propio. El avance cristiano se vio frenado por la irrupción en la península de los almorávides norteafricanos, pero su poder no tardó en esfumarse. Alfonso VII se proclamó emperador de las Españas y conquistó Almería. Alfonso VIII (1158-1214) se enfrentó a la invasión almohade, y con el concurso de los demás monarcas cristianos peninsulares venció a los musulmanes en las Navas de Tolosa (1212). Esta batalla fue decisiva en cuanto que significó el eclipse definitivo del islam hispano. Se entraba así en la última fase de la Reconquista.

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